17 Mar DIGNIDAD EN LA VEJEZ: Envejecer con chispa y significado.
Hoy, tenemos el privilegio de contar con un artículo de Joan Rullán, psicólogo, dónde nos cuenta la aquellos aspecto más importantes a tener en cuenta en la vejez, para poder ver desde otra perspectiva la visión de los más mayores.
DIGNIDAD EN LA VEJEZ: Envejecer con chispa y significado.
Vivimos en una sociedad en que se promueve la búsqueda de un estado constante de felicidad, entendida como resultado de una vida centrada en lograr placer y reducir malestar. Sin embargo, encontramos personas que a pesar de sus brillantes carreras profesionales y unas condiciones de vida envidiables, presentan niveles elevados de sufrimiento psicológico, y casos de personas con grandes infortunios y lamentables condiciones de vida, y aun así con un estado de ánimo digno de admiración. Parece ser por lo tanto que la felicidad y el malestar no tienen por qué ser contradictorios, igual que el ejemplo de un corredor de maratones capaz de sobrellevar el dolor y la fatiga por unas consecuencias reconfortantes de orden superior.
Las corrientes de psicología emergentes están redirigiendo su foco de atención, dejando de fijarse en la reducción de síntomas o malestar que padece la persona, para centrarse en la capacidad de avanzar en una vida significativa y rica, aun en presencia del malestar. Para ello, es imprescindible revisar los valores de cada persona, qué es aquello esencial, valioso e importante para uno, y adoptar una actitud de aceptación, en vez de lucha contra el malestar, lo que curiosamente suele reducir el malestar y permitir un mayor disfrute del día a día.
Centrándonos en la población de tercera edad, las limitaciones e impedimentos pueden ir obstaculizando la vida de las personas restringiendo su actividad diaria, y con ello, su alcance a toda una serie de consecuencias placenteras con las que encontraban la chispa de la vida e incluso, con las que se identificaban como persona (era un gran chef, un duro trabajador, un excelente deportista, etc.).
Las personas pueden encontrarse con el dolor que los problemas de salud conllevan, unido al dolor que suponen las pérdidas de aquello agradable que se podía hacer antes y no se podrá volver a hacer. Por desagradables que puedan ser estas circunstancias, es bien sabido que es ley de vida, y tarde o temprano todos nos veremos en la situación. La pregunta clave llegado el momento es, ¿Cómo responder ante ello? ¿Es posible, pese a las dificultades, seguir construyendo vida, con plenitud y significado?
Imaginemos el ejemplo de un gran chef entregado a la cocina. ¿Qué es lo que realmente le apasionaba de la cocina? Probablemente no sea ver cocerse los alimentos. Probablemente se nos hable de la creatividad de idear un nuevo plato, el hecho de hacer algo por otros y que se nos reconozca, la sensación de haber dado el máximo posible durante la jornada laboral, el trato con los compañeros del restaurante.
Encontramos aquí diferentes aspectos que la persona valora de la vida, independientemente de si es en el restaurante donde se ganaba la vida, en casa con la familia o en un centro residencial. En ocasiones, nuestro chef probablemente acudió con dolor, o pasando por dificultades psicológicas a la cocina de su restaurante, porqué le mereció la pena, y aun con ese sufrimiento, pudo llegar a casa y pensar “hoy ha sido un buen día”.
Desde este punto de vista, parece sensato entonces tratar de identificar qué valoran nuestros mayores, y de qué manera puede integrarse esto valioso como la creatividad, el hacer algo por los demás, ser reconocidos, o formar parte de un grupo, a sus rutinas diarias. Por pequeños que sean los gestos o actos, tendrán una marca de significado y valor para él/ella.
De este modo estaremos centrando la atención (de la persona mayor, residente, familiar, cuidador, etc.) en la parte constructiva de la vida, actuando en base a lo importante para uno, en lugar de centrarse exclusivamente en la reducción o alivio del malestar. Ello lleva implícito ver a la persona como lo que es, una persona en todo su esplendor, y mucho más que una serie de dificultades o problemas a resolver.
No hablamos de descuidar las limitaciones y problemas que pueda tener la persona, sino de que al mirar a la persona mayor, y al verse ella a sí misma, se pueda ver como alguien que camina en la senda de lo que le importa. Paradójicamente, en el momento en que uno está dispuesto a aceptar el sufrimiento, suele reducirse su intensidad. Y, si cabe más importante, permitirá a la persona experimentar más vivencias en la línea de lo que para ella tiene sentido, y aun con mayor o menor malestar, al llegar la noche pensar “hoy ha sido un buen día”.
www.activital.es – Articulo de Joan Rullán
DIGNIDAD EN LA VEJEZ: Envejecer con chispa y significado
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